¿Qué es la toxoplasmosis?

La toxoplasmosis es una infección con el parásito Toxoplasma gondii. La mayoría de las personas que se infectan no tienen síntomas. Esto es porque el sistema inmunitario suele ser capaz de combatir la enfermedad.

La toxoplasmosis puede resultar de tragar accidentalmente huevos de Toxoplasma gondii de la tierra u otras superficies contaminadas. Esto puede suceder al llevarse las manos a la boca después de trabajar en el jardín, limpiar una caja de excremento de gatos o tocar cualquier cosa que haya estado en contacto con heces de gato. Comer carne cruda o parcialmente cocida, especialmente de cerdo y cordero o llevarse las manos a la boca después de tocar la carne.

¿Cuáles son los síntomas?

La mayoría de las personas con toxoplasmosis no tienen síntomas. Cuando los síntomas están presentes, a menudo se parecen a los de la gripe y pueden incluir ganglios linfáticos inflamados o dolores y molestias musculares que duran entre algunos días y varias semanas.

Un caso grave de toxoplasmosis resulta en daño a los ojos o al cerebro. Los bebés que se infectaron durante la gestación pueden nacer con problemas mentales o físicos significativos. Una persona con un sistema inmunitario debilitado por una infección con VIH, medicamentos para trasplante de órganos o linfoma puede llegar a tener un caso de toxoplasmosis potencialmente mortal.

Los síntomas graves varían según la parte del cuerpo afectada. Si la infección está en:

  • El cerebro (encefalitis), los síntomas incluyen convulsiones, cambios sensoriales, debilidad, cambios en la conducta o el estado mental y problemas con el movimiento.
  • El ojo (coriorretinitis), los síntomas incluyen dolor en el ojo y pérdida gradual de la vista en un ojo o ambos.
  • Los pulmones (neumonía), los síntomas incluyen fiebre y escalofríos, problemas respiratorios y tos que puede causar dolor en la pared torácica, fatiga y debilidad.
  • El corazón (miocarditis), los síntomas incluyen falta de aire, dolor en el pecho, sensación de cansancio y palpitaciones.

¿Cómo se trata?

En una persona que por lo demás es saludable y no está embarazada, no se necesita tratamiento. Los síntomas suelen irse al cabo de algunas semanas.

Para las mujeres embarazadas o las personas que tienen un sistema inmunitario debilitado, hay disponibles medicamentos para tratar la toxoplasmosis.