Los insectos, molestos visitantes de nuestra cocina

La especie más habitual es la archiconocida mosca de la fruta (Drosophila melanogaster). Pone sus huevos, de un tamaño casi imperceptible, en la fruta madura, el pan o en cualquier alimento al que tenga acceso. Las larvas eclosionan, se alimentan del producto en descomposición y, a los pocos días, emergen nuevas moscas. No es raro encontrarlas en el frutero, en una pieza de fruta olvidada un par de semanas o en el cubo de la basura orgánica cuando lleva un tiempo almacenado.

Los huevos de la mosca de la fruta no siempre proceden de una mosca que entra volando por la ventana. En ocasiones, la fruta y verdura frescas, sobre todo si no han sido lavadas o tratadas, llevan los huevos adheridos a la piel, y solo es cuestión de tiempo que las larvas proliferen.

Además de los huevos de mosca, existe una gran cantidad de bacterias asociadas a los alimentos, que también forman parte de ese ecosistema que es una cocina. Ocurre sobre todo si algún eslabón de la larga y compleja cadena de suministro de los alimentos no presta suficiente atención a la seguridad alimentaria —y esto es relevante en todos y cada uno de los puntos de la cadena, desde el agricultor hasta el consumidor final—.

Es muy común que estas bacterias formen biopelículas en los desagües, estropajos y bayetas de limpieza, entornos todos ellos húmedos, que reciben y retienen restos de alimentos.

Las bacterias más comunes son Escherichia coli, causante de la “crisis de los pepinos” en Alemania en 2011 —que nada tuvo que ver con pepinos españoles, como se acusó, sino con brotes de fenogreco procedentes de cultivos ecológicos—; Staphylococcus aureus, causante de frecuentes intoxicaciones alimentarias leves; y Klebsiella prneumoniae, una conocida bacteria causante de enfermedades infecciosas oportunistas.

La presencia de estas bacterias en los alimentos, raras veces viene de fallos de seguridad en la producción, transporte o venta de los alimentos. Normalmente, su presencia está asociada con las medidas insuficientes de higiene en la cocina en cuanto al lavado de manos, superficies o instrumental antes de manipular el alimento, la reutilización de los mismos estropajos y bayetas sin una adecuada limpieza y desinfección entre usos, y con la escasa preocupación, en general, por la seguridad alimentaria en el hogar.

FUENTE: www.muyinteresante.es